diciendo que era “tirar lastre para avanzar”. Ellos insistían en que cada vez que una iglesia perdiese un gran número de sus miembros, ¡había que cerrarla! Pero, para gran indignación de quienes cerraban iglesias, cuando St. X se quedó vacía, las autoridades (en términos anglicanos, los “promotores”) llegaron antes y contrataron a una persona nueva y, para que lloviera sobre mojado, gracias a su nuevo ministro, St. X invirtió la tendencia y comenzó a crecer en todos sus ámbitos: la asistencia al
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